viernes, 28 de noviembre de 2014

Descubrimiento del fuego

Una de las innovaciones más relevantes en el desarrollo y evolución del ser humano fue la de capturar y controlar el fuego. Esta fuerza elemental se encargó de crear una fuente crucial de  energía y se convirtió en el avance más importante para los antepasados humanos, así lo argumentan importantes autores como David Price en la revista interdisciplinaria "Población y Medio Ambiente." El fuego fue determinante en ayudar a mantener a los primeros seres humanos a salvo de depredadores y podía a su vez convertirlos en cazadores, servir para el lavado de las presas, alejar las abejas etc. Por otro lado, y como es apenas obvio, cocinar la carne la hacía más fácil de digerir, y la quema de madera podría endurecer o hacer más fuerte un arma y al mismo tiempo ayudar a cavar un agujero en un barco. En realidad no fueron nuestros antepasados más inmediatos los que dominaron esta importante tecnología o técnica, sin embargo, sí que lo fueron sus antecedentes, más precisamente el Homo erectus.



El Homo erectus vivió entre hace 1,6 millones de años hasta hace unos 250.000 años, guardaba parecido con humanos más modernos, hablamos de los Homo sapiens, a los que se asemejaba mucho más que cualquiera de sus predecesores homínidos, y que además son conocidos por sus grandes cerebros, la construcción de viviendas y su migración fuera de África.



Su dominio del fuego fue probablemente uno de los acontecimientos que estimularon su largo éxito como especie y les permitieron poder viajar a otros continentes. Arqueólogos de la Universidad de Toronto y la Universidad Hebrea descubrieron la evidencia más antigua conocida del uso del fuego por seres humanos en Wonderwerk, una cueva en África del Sur,  anunciando los resultados de su hallazgo en 2012. La evidencia incluía ceniza de madera al lado de herramientas de piedra y huesos de animales en una capa de sedimento que se remonta a un millón años. Este descubrimiento sobrepasó ostensiblemente la evidencia más antigua que existía previamente por alrededor de 300.000 años, aunque todavía es perteneciente a la era del Homo erectus, pues éste vivió alrededor de 1,8 millones de años.