Desde el inicio de la humanidad, los seres humanos han buscado entender su pasado. La arqueología, como disciplina científica, se dedica a la investigación y el análisis de restos materiales y artefactos de épocas pasadas con el fin de entender mejor la historia de la humanidad.
La arqueología moderna como tal comenzó en el siglo XIX,
cuando la gente comenzó a recolectar y estudiar objetos antiguos como monedas,
esculturas y otros artefactos. En este periodo, los estudios arqueológicos se
enfocaron en la clasificación y descripción de objetos antiguos, así como en la
creación de colecciones para museos y exhibiciones.
A medida que la arqueología se fue desarrollando como
disciplina científica, los métodos y técnicas utilizados también evolucionaron.
En la década de 1860, Heinrich Schliemann llevó a cabo excavaciones en el sitio
arqueológico de Troya, en Turquía, utilizando por primera vez el método
estratigráfico, que consiste en excavar en capas o estratos para determinar la
secuencia temporal de los restos encontrados. Este método se ha vuelto
fundamental en la arqueología moderna.
Otro avance importante en la arqueología fue el descubrimiento de la tumba de Tutankamón en 1922 por Howard Carter. Este descubrimiento fue significativo no solo por el valor arqueológico de los artefactos encontrados, sino también porque la tumba había sido sellada intacta desde la antigüedad, lo que permitió a los arqueólogos estudiar los artefactos en su contexto original.
En la década de 1930, la arqueología comenzó a enfocarse en
la datación y la cronología, lo que llevó al desarrollo de técnicas como la
datación por radiocarbono y la dendrocronología (datación por anillos de
árboles). Estas técnicas permitieron a los arqueólogos asignar fechas precisas
a los artefactos y restos encontrados, lo que permitió una mejor comprensión de
la secuencia temporal de la evolución humana.
En la década de 1950, la arqueología comenzó a centrarse en
la teoría y la metodología, lo que llevó a un aumento en el uso de métodos
cuantitativos y estadísticos en la investigación arqueológica. Los arqueólogos
también comenzaron a prestar más atención a la relación entre la arqueología y
la cultura material.
En la década de 1960, la arqueología se centró en la
arqueología procesual, que se enfocaba en la relación entre el medio ambiente y
la evolución cultural. La arqueología procesual se enfocaba en cómo los seres
humanos habían interactuado con el medio ambiente y cómo esta interacción había
llevado a la evolución cultural.
En la década de 1970, la arqueología posprocesual comenzó a
enfocarse en la subjetividad y la interpretación, y en cómo las
interpretaciones de los datos arqueológicos estaban influidas por la cultura y
la subjetividad de los investigadores. La arqueología posprocesual también
enfatizó la importancia de las voces indígenas y de las comunidades locales en
la interpretación de los datos arqueológicos.
En la década de 1980, la arqueología comenzó a enfocarse en
la arqueología contextual, que se centraba en el estudio de los contextos
sociales, políticos y económicos en los que se produjeron los artefactos
arqueológicos. Esta nueva orientación permitió a los arqueólogos entender mejor
la relación entre los objetos arqueológicos y la sociedad en la que fueron
producidos.
En la actualidad, la arqueología ha evolucionado aún más y
se ha vuelto más interdisciplinaria, colaborando con otras disciplinas como la
antropología, la historia y la geología. Los arqueólogos trabajan en estrecha
colaboración con comunidades locales y pueblos indígenas para obtener una
comprensión más completa de la historia y la cultura.
En cuanto al descubrimiento de la prehistoria, los
arqueólogos y científicos han utilizado diversas técnicas para investigar y
comprender la vida de los seres humanos en épocas pasadas. Los primeros
descubrimientos importantes se llevaron a cabo en la Edad de Piedra, cuando los
arqueólogos descubrieron y comenzaron a estudiar herramientas de piedra y hueso
que habían sido utilizadas por los primeros seres humanos.
Uno de los descubrimientos más importantes fue el del valle del río Somme en Francia, donde se encontraron restos de herramientas de piedra que datan de más de 500,000 años atrás. Estos restos sugieren que los seres humanos han estado utilizando herramientas de piedra durante mucho tiempo.
En la década de 1860, los arqueólogos comenzaron a utilizar
el método estratigráfico para investigar la historia de los asentamientos
humanos. Este método implica la excavación de capas de tierra en un sitio
arqueológico y la posterior clasificación de los artefactos encontrados en cada
capa. Esto permite a los arqueólogos determinar la secuencia temporal de los
restos encontrados y entender cómo los seres humanos han evolucionado a lo
largo del tiempo.
A medida que la arqueología evolucionó como disciplina
científica, se desarrollaron técnicas más avanzadas para la investigación y el
análisis de artefactos arqueológicos. La datación por radiocarbono, por
ejemplo, se convirtió en una técnica importante para determinar la edad de los
objetos arqueológicos. Esta técnica utiliza la descomposición de isótopos
radiactivos en los objetos para determinar su edad.
Otras técnicas, como la tecnología de escaneo láser, también se han utilizado para estudiar artefactos arqueológicos. Estas tecnologías permiten a los arqueólogos examinar con detalle los artefactos sin dañarlos.
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